Se puede somatizar tanta rosca política, hacer poesía, proclama revolucionaria, registro civil, y seguirá, ahí, no hay con qué darle: en algún rincón del alma que representa todos los rincones, toda la historia del mundo, todo el porvenir del universo, en algún rincón llevamos el miedo, al tiempo.
Sentarse en un parque. Cambiar los ruidos, más que de aires. El aire siempre es el mismo. En esa heladeria de allá me estoy por sentar. Y sentenciar. Mi peor vanidad es no soportarme. Pero no le cuentes a nadie. Atiendo el teléfono y sigo. Me río. Sale el chico que me calienta del trabajo, trabaja enfrente, me mira un montón y no me saluda, está como inquieto, no me saca la mirada de encima, hablamos solo dos semanas y ya siento que lo conozco. Es torpe, dulcemente torpe y ansioso, bruto, amante del fútbol, nos dijimos cosas hots pero el tiene miedo, este miedo al tiempo, yo tengo diez años más que el. Eso lo intimida, me dijo. Lo veo y sonrio, me encanta lo torpe que es, me encanta que intente evadirme y no pueda, me encanta que la vida me sorprenda de estas maneras.
¿En qué estaba?
Ahh, si.
Tengo ganas, livianas casi nunca, de tener un novio. Hay días que esas ganas tibias se desesperan. Se ponen violentas. Se me pasa, rápido. Igual. Los ruidos de los parques. La música fea de la montevideana. Visto desde las butacas del paraíso. Que no son más que este papel que escribo ahora. Con esa cierta armonía de nervios quietos. Una novio, por ejemplo, al que ponerle la remera del lobo, pero no un novio para mostrar en las redes, uno enserio, para mí, no para presumuir como todo el mundo. Lo que fue estaca hoy es espina. Voy a envejecer sentada en esta silla de la montevideana escribiendo esto, este día. La puta madre. Me río de mí. A carcajadas. La moza me mira raro.
Me gusta como habla, es directo, escueto, duro, real.
Quiero sentir, mientras pasa y mira con ganas y se siente ese barullo pueblerino serrano, quiero sentir que le sale, sin querer ni darse de cuenta, decir algo equivocado. Mostrarme un defecto. Y yo sentir ternura. Darme cuenta. Ya siento ternura por sus defectos.
Quiero sentir eso.
Quiero saber que es real.
Adoro saberlo imperfecto.
Humano.
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